Obviamente, los gustos y deseos, las expresiones y los pensamientos, las expectativas y las acciones aquí encuentran la dimensión de la pareja en donde tiene mayor relevancia la ley de la causa y el efecto. Nos enfrentamos mutuamente a responsabilizarnos, no en ofrecer felicidad al otro, sino a comunicarnos con el otro, para entender y, en la medida de nuestros intereses hacer nuestros los gustos y deseos del otro. Aquello que no nos empata, también debe resonar y ser conocido para que nos se dé espacio a la interpretación o su contraparte negativa. Dejarnos conocer implica la responsabilidad de también aceptar que el otro es, por sí mismo, una persona igual que nosotros a la que habrá que conceder la oportunidad de revelarse en sus desintereses sin que éstos tengan oportunidad de "dañarnos". Que su expresión personal no es un intento de incomodarnos, sino de sí mismo, donde sé es, sin ánimos de aparentar. Así, la procastinación de acción no es más que su forma de ser, no una suerte de flagelo que busca lastimar al otro. Miles de ejemplos. Cuando hacemos una pregunta también tendremos que hacernos pasar por el tamiz y respondernos de forma libre y honesta. Habrá que estar conscientes de que no siempre dos rectas paralelas se unen en un punto al infinito, pero en los menesteres del amor, puede suceder. No hay cosas que sean inmutables y existe la dualidad que da matices a cada momento. Coincidir, no siempre es cosa del destino, sino la suma de dos claras intenciones, la tuya y la mía.
viernes, 5 de abril de 2019
Una pregunta libre
Obviamente, los gustos y deseos, las expresiones y los pensamientos, las expectativas y las acciones aquí encuentran la dimensión de la pareja en donde tiene mayor relevancia la ley de la causa y el efecto. Nos enfrentamos mutuamente a responsabilizarnos, no en ofrecer felicidad al otro, sino a comunicarnos con el otro, para entender y, en la medida de nuestros intereses hacer nuestros los gustos y deseos del otro. Aquello que no nos empata, también debe resonar y ser conocido para que nos se dé espacio a la interpretación o su contraparte negativa. Dejarnos conocer implica la responsabilidad de también aceptar que el otro es, por sí mismo, una persona igual que nosotros a la que habrá que conceder la oportunidad de revelarse en sus desintereses sin que éstos tengan oportunidad de "dañarnos". Que su expresión personal no es un intento de incomodarnos, sino de sí mismo, donde sé es, sin ánimos de aparentar. Así, la procastinación de acción no es más que su forma de ser, no una suerte de flagelo que busca lastimar al otro. Miles de ejemplos. Cuando hacemos una pregunta también tendremos que hacernos pasar por el tamiz y respondernos de forma libre y honesta. Habrá que estar conscientes de que no siempre dos rectas paralelas se unen en un punto al infinito, pero en los menesteres del amor, puede suceder. No hay cosas que sean inmutables y existe la dualidad que da matices a cada momento. Coincidir, no siempre es cosa del destino, sino la suma de dos claras intenciones, la tuya y la mía.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)