Sumido en el frío húmedo de esta tristeza, me encuentro incompleto, roto e incluso, desamparado. ¿No sé cómo ha sobrevenido todo esto tan rápido?. Como en un efecto dominó, en el que me encuentro incapaz de poder contenerlo. Todo me está saliendo mal. Una tras otra, las fichas que componen esta parte de mi vida caen irremediablemente.
No puedo engañarme, ya no!, me lo grito, me lo demando con los ojos inundados de lágrimas. Se ha terminado de disolver el pequeño velo que me protegía, y ahora mis sueños ya no alimentan mi ánimo. Mi esperanza yace herida en el suelo. Con espanto veo que la estupidez no me fue suficiente para lastimar lo poco que aún quedaba intacto. No cejé en el empeño... hasta destruir todo lo que habíamos construido juntos. Mi indiferencia hacia tus deseos fue uno de los tantos motivos por los que pronunciaste tan aciaga frase: Ya no te amo!.
Como balde de agua helada cayeron esas palabras sobre mi conciencia. Y mi reacción fue digna de un animal. Actué por impulso, fui grosero y muy irracional. Dejé que mis intenciones iniciales se fueran por la coladera de la ignorancia y me dejé controlar por el enojo y por mi maldito egoísmo. Fueron armas perfectas para distanciarnos. Y con ello, una vez más darte la razón por la cual no querer estar conmigo.

Extiendo mi mano para buscarte, deseo encontrarte!
-Aún hay tiempo-
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