miércoles, 2 de diciembre de 2009

Lo que se ama no desaparece


Siempre tuve una certeza que estrujaba mi corazón, y a ésta le dí la vuelta la mayoría de las veces que aparecía en mis pensamientos. Cuando observaba las grandes jacarandas vestir de violeta sus frondosas copas en primavera, la angustía de aquel recuerdo asechaba mis emociones. Los días pasaban muy rápido desde la primera flor que asomaba en ellas, y a partir de ese momento el tiempo no se detenía hasta que el piso debajo de ellas se teñia con ese gran manto de flores que me evocaba la belleza que llenó mis ojos unos días atras.

Es esta sensación que ciertamente se niega a la realidad de una verdad irrefutable, ¡un día dejaré de existir!. Cada vez que un óbito se ha presentado de manera cercana a mi, ha traído consigo la reflexión de lo que ha sucedido en mi tránsito personal desde la última vez. Me ha recordado la fragilidad que guarda mi cuerpo y me repite que la incertidumbre que experimento será revelada un segundo antes de su llegada. Entonces, podré hacer ese balance efímero del que parte. Es probable que no tenga todo en orden, sin embargo habré vivido la vida como quise, con la rectitud que me haya demandado mi conciencia y sobre todo con el amor que debí imprimir en ella.

Así pues, como al final de cada jornada, ante esos atardeceres multicolores en que nos quedamos taciturnos con la grandeza que ante nosotros se presenta y con esas lágrimas mudas de emoción que nos provocan, recuerdo esas palabras de aliento que pronunciaron todos los seres que tocaron mi vida. Invitándome a seguir disfrutando de pie y de frente al sol de cada día sin importar qué tanto sufrí ayer. Cuando sé que mi ciudadanía está en lo cielos, recordaré con una sonrisa en los labios a cada uno de los que ya han partido y sé que estarán esperando en paz nuestra llegada. Porque lo que se ama no desaparece. Sólo nos queda disfrutar de ese manto de flores que nos dejaron para acariciar nuestros pies desnudos, y saber que con cada ciclo se cumple el propósito de vida escrito en la eternidad.

Con cariño a la memoria de Doña Mary.

2 comentarios:

Mar dijo...

Me vienen a la mente multiples anecdotas, y si la muerte es algo que siempre estara presente pero que a veces a algunas personas les da miedo pensarlo como parte de nuestra vida. Otros piensan que el hablar sobre la muerte es atraerla, me parece y claro es desde mi percepcion que si es parte de nuestra vida entonces igual deberiamos prepararnos y no tenerle tanto miedo, ya que es algo natural.

Urs dijo...

La muerte es el acicate de la vida... Nos recuerda nuestra condición finita y nos invita a la acción, a la trascendencia, recordándonos que esta es la única oportunidad que tenemos para dejar una huella bien profunda en esta vida efímera...
Gracias por tu poesía y por compartirla...
Me queda una duda... ¿quien es Doña Mary?
Un abrazo de consuelo para vos.